lunes, 6 de marzo de 2017

Dmitry Belyaev versus Charles Darwin




                                                                                    Zorro de Belyaev



Antes de nada conviene tener claros los conceptos de evolución darwiniana y evolución lamarckista, pues a menudo se confunden. En la Naturaleza tienen lugar simultáneamente procesos evolutivos de carácter darwinista y procesos evolutivos de carácter lamarckista. Siempre que utilicemos la palabra "selección" estaremos ante un proceso evolutivo de índole darwinista, y cuando utilicemos la palabra "adaptación" estaremos ante un proceso de índole lamarckista.

El darwinismo es un fenómeno evolutivo que tiene lugar "de dentro hacia afuera". Según el darwinismo se producen mutaciones internas al azar que provocan mejoras evolutivas y es la presión externa del medio (la cruel lucha por la supervivencia) la que selecciona a los individuos más aptos. Es el medio externo el que selecciona.

El lamarckismo es un fenómeno evolutivo totalmente opuesto, tiene lugar "de afuera hacia adentro". Según el lamarckismo, los cambios en el medio exterior  provocan cambios en el adn de los individuos, los individuos se adaptan a ese medio y tratan de responder a los cambios del medio mediante cambios en el adn. Aquellos que sufran mejoras o que su cambio sea positivo, la selección natural darwinista los potencia y los mejora, por lo que el darwinismo tiene que ser considerado un gran mejorante evolutivo, pero simplemente es un aditivo. No se puede considerar una parte por el todo. El aliño por el ingrediente principal.

Un ejemplo evidente de evolución lamarckista es la tolerancia a la lactosa. Todos los estudios genéticos recientes revelan cómo los humanos anteriores al Neolítico eran intolerantes a la lactosa. A medida que el hombre domesticó a los bóvidos durante el Neolítico y tuvo acceso a la leche, se produjo una mayor tolerancia a la lactosa. Y voilá¡, el gen de lactosa se activo en el adn. A lo mejor no se perdió la idea de reversibilidad en el ADN.

Las plastas, los bizcochos, las pizzas, los guisos NO EXISTEN¡¡¡

Lógicamente, los que toleraban mejor la lactosa podían alimentarse de la leche y poseían una ventaja evolutiva que los favorecía, como dice el darwinismo más ortodoxo. Pero ya está, ahí acaba la aportación del darwinismo. Los europeos no descendemos de cuatro pelagatos escogidos al azar que sufrieron una mutación que les permitía tolerar la lactosa. Eso no es viable. Una mutación en un único individuo no es viable evolutivamente en ningún caso, por lo menos en seres pluricelulares complejos.

Esto me recuerda a ciertos argumentos infantiloides para explicar la expansión de los ojos azules, cuya prevalencia es muy alta en la zona del Báltico (Letonia, Lituania, Finlandia). Todos sabemos, y esto es una ironía, que el color de los ojos es una clara ventaja evolutiva (estoy hablando irónicamente y pensando en los inuits). Y claro, como los individuos de ojos azules eran tan guapos, tenían más hijos y se extendieron por toda Europa.

Efectivamente, el cuello de las jirafas es fruto de estirarlo, eso te lo aseguro, y en ningún caso es fruto de comer hierba en el suelo.

A veces se percibe pero se desconoce. Hay que desconfiar de lo que perciben nuestros sentidos, la realidad a veces es engañosa. No se puede extrapolar una teoría evolutiva de la observación a simple vista, como hizo Darwin con los pinzones y su viaje en el Beagle alrededor del mundo.


Por otra parte, no hay nada más anti-darwiniano y más contrario a las mutaciones al azar que las evoluciones en paralelo o las evoluciones de genes en paralelo.

Las llaves a ciegas o al azar van en contra del lento y gradual progresismo darwiniano. Una simple mutación al azar no produce ninguna ventaja evolutiva para que actúe la selección natural del medio exterior, sobre todo, en seres pluricelulares complejos. Se tienen que dar muchas mutaciones al azar y además esas mutaciones tienen que ser todas "en la misma dirección" para que se perciba una mínima ventaja evolutiva y actúe la selección natural en seres pluricelulares superiores y complejos. Eso, según el darwinismo, sería un proceso lentísimo casi imposible o inviable. Quien sufre una mutación al azar, una llave a ciegas, tiene que sufrir otra llave a ciegas que abra otra puerta del mismo pasillo. Y eso es mucha suerte, es como a quien le toca el sorteo del Gordo de la lotería, luego le toca el sorteo del Niño, a continuación le toca otra vez el sorteo del Gordo , y otra vez el sorteo del Niño etc, una cadena del azar altamente improbable.


En la segunda mitad del siglo XX, el genetista ruso Dmitry Belyaev (1917-1985) llevó a cabo uno de los experimentos genéticos más impresionantes e importantes de la historia de la ciencia, merecedor sin lugar a dudas de un premio Nobel: la domesticación del zorro gris plateado siberiano.

Aunque en el fondo él creía que estaba llevando a cabo un experimento claramente darwinista, puesto que él seleccionaba zorros, su experimento era claramente lamarckista.
Para llevarlo a cabo Dmitry Belyaev reunió una población determinada de zorros grises y los expuso a la presencia de humanos. Ante este cambio en el entorno, los zorros reaccionaron de diversas maneras. Existían zorros más tolerantes a la presencia humana porque seguramente eran más tranquilos y zorros menos tolerantes a la presencia humana porque seguramente eran más agresivos. Este hecho, es un fenómeno de adaptación claramente lamarckista. 

A continuación, en un acto de evolución claramente darwinista, Dmitry Belyaev seleccionó los zorros más tolerantes a la presencia humana y los cruzó entre sí, acrecentando este rasgo, y consiguiendo zorros  cada vez más dóciles. Esto produjo zorros con cambios en el comportamiento y con cambios hormonales que regulaban el estrés. Se consiguió un aumento de la mansedumbre. 

Ante estos nuevos cambios, ante un entorno de mayor mansedumbre, el zorro gris plateado reaccionó y se volvieron a producir nuevos cambios en su adn, en un claro proceso de adaptación lamarckista. Ante una menor cantidad de hormona del estrés en su cerebro, se produjeron cambios anatómicos en su organismo claramente evidentes como orejas caídas, manchas blancas en el pelaje, cambios en la forma del cráneo y de la mandíbula, y colas más rizadas.

Aplicando mecanismos evolutivos darwinistas y lamarckistas. Dmitry Belyaev había conseguido moldear al zorro gris plateado siberiano, lo cual era una demostración palpable del lamarckismo, que defiende la moldeabilidad de los organismos ante cambios externos, frente a las mutaciones azarosas que defiende el darwinismo.

Por lo menos una parte de los cambios genéticos estaban inducidos por otras supuestamente azarosas.

La selección de una única característica de conducta, permitiendo que sólo los individuos más dóciles y menos temibles se reprodujeran (darwinismo), produjo cambios no sólo en el comportamiento, sino también cambios anatómicos y fisiológicos que no fueron directamente manipulados (lamarckismo).

Como consecuencia, ante un medio de domesticación, un entorno de mansedumbre, los animales salvajes sufren cambios fisiológicos y anatómicos que se caracterizan por pelajes más vistosos, con abundantes manchas blancas y negras, esqueletos más gráciles, cráneos más estilizados o cambios en la mandíbula y en los dientes. En algunos casos se produce un aumento considerable del tamaño y en otros casos una disminución del tamaño. Esto explica la variedad de razas caninas, la variedad de bóvidos o la variedad de palomas y gallinas domésticas. Algo similar ocurre cuando se producen cambios en el medio ambiente, por ejemplo una glaciación, los animales reaccionan con cambios en el pelaje como por ejemplo los mamuts.

Como predijo de forma brillante Lamarck, nuestro adn y nuestro organismo tiene la capacidad de reaccionar y adaptarse a los cambios del medio, ya sea una domesticación o una glaciación.

Aunque Dmitry Belyaev  creyera que estaba haciendo un experimento de selección natural darwiniana  o un experimento darwinista, realmente era un experimento claramente lamarckista. Es una cuestión de matices y hay veces que el lamarckismo y el darwinismo se confunden. El tema de la tolerancia a la lactosa es un ejemplo claramente lamarckista y a veces se nos presenta como un proceso darwinista. Es fácil confundirlos.

El concepto de selección natural a veces se malinterpreta, los experimentos de Belyaev son claramente lamarckistas aunque él considere que al seleccionar los zorros está llevando a cabo un proceso de selección natural de tipo darwinista, lo cual es cierto. Realmente él iba modelando a los zorros y para ello partía de aquellos que eran más "tolerantes" a la presencia humana. Es como en el caso de la lactosa, ante un agente externo hay individuos que la toleran un poco mejor que otros, lo que no te mata te acabas adaptando, y esa adaptación a la presencia humana es puramente lamarckista aunque pareciera selección natural darwinista. 

La tolerancia a la presencia humana se acrecentó mediante el cruce progresivo de individuos que desarrollaron ese patrón de comportamiento. La reproducción mediante dos sexos diferenciados se presenta como un eficaz mecanismo evolutivo y de mejora de la especie.

En definitiva, los zorros se están adaptando a la presencia humana y como consecuencia de ese nuevo entorno o medio sufren cambios en su adn y mutaciones que se traducen en cambios en el pelaje, reducción de la agresividad, esqueleto mucho más grácil, mayor tamaño etc...Al igual que los nuevos cambios alimenticios provocaron cambios en el adn y en la morfología del Homo Sapiens, con esqueletos más gráciles, mandíbulas menos gruesas etc...

Goodbye Charles Darwin, el mundo anglosajón se desmorona y quieren que lo paguen los pobres griegos. Estudien un poco más a Dmitry Belyaev y olvídense de las mediocridades visuales de Charles Darwin.

La Unión Soviética, sin saberlo, le metió un gol al mundo anglosajón y Obama lo sabe.


Por Marcos Castro Vilas, Arquitecto.









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